viernes, 16 de abril de 2010

Motes y claves.

   Tengo una mala costumbre (seguramente más de una, pero no voy a descubrirme del todo): ponerle motes a los clientes. Que resulta ser un mal hábito porque los apodos actúan como las malas hierbas; se extienden fuera del control de su creador, y no puedes eliminarlos una vez arraigan. De manera que estás hablando tranquilamente con tu compañera, y le comentas lo molesta que resulta la  Gallinita con todo lujo de detalles cuando te fijas en la cara de tu interlocutora y caes en la cuenta de que la Gallinita está detrás de ti y lo ha oído todo. Y lo que resulta aún peor: se ha identificado con el mote. Con lo cual se produce un silencio incómodo seguido de una eternidad durante la cual no te atreves a mirar a nadie a la cara, y mucho menos a tu indignada clienta. Disculparse no vale porque no puedes reconocer que has utilizado los defectos de una persona para rebautizarla, ni hay ingenio capaz de arreglar una situación semejante. Menos mal que el tiempo suaviza todas las humillaciones, que si no, habría tenido que abandonar mi ventanilla hace años.

   Otra cuestión son las frases en clave, ideadas para, por ejemplo, dar a conocer a mi jefa la presencia de determinada persona en la oficina, sin que ésta se dé por aludida. "En caso de que aparezca fulano" le digo," te comentaré que se me ha roto la cafetera". Fulano, un antiguo conocido mío, aparece en la oficina, yo digo la frase clave y mi jefa... ¡ se me queda mirando con cara de pensar que estoy perdiendo más tornillos de lo acostumbrado! carraspeo, repito la frase un poco más alto y le guiño un ojo. Ella me guiña el suyo en respuesta y sonríe. Exasperada, enrojezco, señalo con la cabeza al interfecto, carraspeo, aprieto los dientes y repito la frase. Al final se percata de lo que estoy intentando decirle, al mismo tiempo que mi antiguo conocido, su madre que le acompaña, todas las personas presentes en la oficina, y el barrendero que está en la calle. La próxima vez, haré un letrero con una flecha apuntando en dirección a lo que quiero señalar y gritaré: ¡Mira, este es mi ex, del que no quiero hablar y a quien no saludo desde antes de casarme con mi actual pareja! Creo que así lo entenderá y al menos la gente de nuestro entorno no creerá que le están confiando sus asuntos a un par de taradas con tics faciales obsesionadas con las cafeteras.

2 comentarios:

  1. Ventanillera,igual lo que te pasa es que eres demasiado críptica con las "frases en clave". Digamos que si quien entra es calvo, la frase "pelillos a la mar" es más identificable que " el halcón bizco se posa sobre la flor sin pétalos en las noches de luna creciente".
    ¡Amos digo yo!

    Un saludo!

    ResponderEliminar
  2. No, lo que pasa es que ya habíamos establecido la clave con anterioridad. Se la recordé a mi jefa unos días antes. Creo que el problema es que era una frase tan normal, que parecía un comentario casual. Pero bueno, que lo que escribo en el blog está exagerado, mi jefa no es tonta y me las pilla al vuelo.

    ResponderEliminar